domingo, 26 de abril de 2015

LOS LIGAMENTOS DE ANA Cap. 2 / ANA'S LIGAMENTS Ch 2



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Pues así es como fue: el martes 21 a las 7:30h llego a la clínica, recojo los resultados del análisis de sangre que me hicieron el día anterior (todo completamente bien, por cierto) y voy a la recepción.  Es la primera vez en mi vida que hago una cosa así, de manera que mi actitud es mucho más de curiosidad que de miedo.

Al rato me llevan a un cuarto y poco a poco me van preparando para la intervención: quito ropa y me pongo una bata de un alegre color amarillo, llega una amable enfermera y … ¡me quita el esmalte de los dedos de mis pies! Caramba, nadie me avisó de esta parte.  ¿Porqué? la pregunto, y en realidad la única respuesta es –con un gentil encoger de hombros-- que no está permitido.  Después me dice que tampoco podré llevar puestos mis aretes Monarca (regalo de una muy querida amiga) al quirófano.  AY NO, digo, ¡son mis amuletas!  

Estos aretes me fueron regalados por una muy querida amiga aquí en uno de los momentos más obscuros del proyecto Monarca.  Son de Oaxaca (¡de donde proviene Jesusa Palancares, la musa de la pieza Monarca de Gabriela Ortiz de México!): de cobre con esmalte encima. Me los puse para la última sesión de grabar de ambos discos de Monarca y los he llevados puestos en incontables conciertos en que toqué esa música.  Así que son para mí de veras mágicos.  Yo entiendo lo de los aretes porque quién sabe qué microbios podrían traer al quirófano; pero ¿el esmalte? Ni modo. Es en estos momentos que me doy cuenta de cuánto cuestiono, siempre quiero saber el porqué o el razonamiento tras el reglamento. Qué pena somos esas mujeres cuestiononas, ¿verdad?  

La amable enfermera se esmera mucho en encontrar una buena vena para el suero.  Viene el cirujano un par de veces. Hay un par de papeles que firmar.  Luego llega el anestesiólogo para describir un poco su parte de la faena. De hecho, yo insistí que viniera porque quiero saber qué sucederá: otra vez ese impulso cuestionón. Parece un señor de muy pocas palabras –algo tímido quizás?— pero muy amable.

Y por fin ya es hora, me llevan al quirófano.  Sorprendentemente pequeño espacio, muy acogedor e íntimo, con luz cálida. Me cambian a la angosta cama en que se hará la cirugía, el cirujano comenta algo de las nuevas luces, él y el anestesiólogo me informan que han decidido usar anestesia local --en lugar de la epidural originalmente contemplada— con un sedante.  Me enchufan a los varios sueros y líquidos. Un poco de plática; se dan cuenta de los aretes Monarca  (que taimadamente nunca quité) y me piden quitarlos pero dicen que pueden quedar dentro del quirófano, como tienen entendido que para mí son mágicos (¡¡¡VIVA MÉXICO!!!).   Me desenchufan la mano derecha para quitar aretes –ambos pares, ¡qué bien que no puse el tercer juego!--; la asistente me desbrocha la cadenita de mi cuello.  Me vuelven a enchufar. 

Yo no sé qué sedante me dieron pero … justo cuando estoy para preguntar cuando empezáramos … me doy cuenta de que estoy despertándome del sueño más delicioso de mi vida, y me están diciendo que ya se acabó, que todo muy bien, que hola señora, ya se va a su cuarto.  Declaro a los dos médicos que son la neta del planeta; me llevaron a mi cuarto.

Es ahora que por fin veo el famoso vendaje Robert Jones ¡¡puesto en mi propio pie!! Impresionante: es enorme.  


El Famoso vendaje Robert Jones.  Este médico fue un TIPAZO (http://blog.uchceu.es/eponimos-cientificos/wp-content/uploads/sites/24/2011/10/eponimo_jones3.pdf )

Una vez en mi cuarto vienen Ramiro Gutiérrez  y Gabriela Fragoso, gran parte de mi equipo de apoyo para este día de cirugía. Ramiro es uno de mis amistades más antiguos de aquí, quien con los años me ha ayudado con un sinfín de cosas, este día con transporte y logística; y Gabriela Fragoso, mi actual asistente de producción, de mucha chispa y muy atenta.  Al rato pasan el cirujano y el anestesiólogo, el cirujano para reiterar de nuevo la absoluta necesidad de reposo total durante las próximas cuatro semanas.  Le confirmo que ya estaba mentalizada para reposo total. Voy a dormir un poco más, digo; todos se van; y duermo de nuevo, un delicioso par de horas. 

Bien, no es la “selfie” más halagadora del mundo pero ¡caramba, yo tenía tanto sueño!


Vale, ahora recordé poner mis mágicos aretes Monarca.
 
Tobillo de Cervantes con Gabriela Fragoso


LA TEMIDA BAJADA … Y LA NOCHE
Después de unas de esas estupideces administrativas que nunca faltan, llegamos a casa.  Desde que todo esto se decidió el sábado me preocupaba mucho el asunto de cómo demonios iba a llegar.  Para llegar a esta casa hay que caminar: subas o bajes, pero hay que caminar.  Llegamos y Ramiro quisiera que yo me apoyara en él para la bajada … pero no pude; ni siquiera lo pude visualizar. Decidido que iba a bajar sencillamente de sentadilla, sobre las nalgas, escalón por escalón; ¡entre más cerca de la tierra, más segura me sentía!  Milagrosamente apareció David Chávez, el genio de arquitecto quien diseñó esta casa. Después de revisar la situación y platicar dos minutos, él y Ramiro decidieron que me llevarían haciendo una suerte de silla con sus dos brazos, yo estabilizándome con un brazo sobre cada uno de sus hombros.  Es una técnica utilizada por cuerpos de rescate cuando una persona no puede caminar, lo he visto.  Ramiro me explicó después que en alguna vida anterior él había tomado un curso de esos de bomberos y allí lo aprendió.  El señor tiene una curiosidad y deseo de aprender inagotables y por lo tanto es una mina de información: impresionante.

Sea como fuera, yo llegué como una reina … ¡con el corazón en la boca pero como una reina!

Llegué a casa FAMÉLICA porque no había comido desde las 22:00h el día antes ... así que henos aquí el Tobillo y yo, ¡recalentando picadillo colombiano y arroz integral!


Va, obviamente no estoy del todo lista para Zumba con Karla Piñon de Blomquist en Estudio Kinesis ... ¡pero al menos estoy en casa!


Como es normal en estas situaciones –al menos para mí— en realidad no entendí cuán fatigada estuve.  Había miles de detalles que resolver, o así me pareció.   Muy rápido descifré cómo brincar con la ayuda de la andadera y lo estaba haciendo por todas partes. 

Me queda muy claro que la medida de mi angustia en cuanto a mi movilidad fue mi nivel de actividad física esa tarde y noche. 

Llegó un momento, tipo 23h, en que me di cuenta que ya no pude más, que si no me pusiera horizontal iba a caer. Fui a la cama y dormí hasta las 10 de la mañana. 

Y LUEGO …
El miércoles en la tarde voy al piano y empiezo a tocar Beethoven y casi de inmediato me doy cuenta de que algo está muy mal.  Mis manos duelen y no hacen lo que deben de hacer. Me cae el veinte de que es la andadera. En efecto, te mueves con ese ingenioso dispositivo y algo así como el 90% del peso de tu cuerpo está cayendo sobre tus muñecas y tus manos, cada que brinques. Es un estrés repetido pero brutal. Por eso hago lagartijas contra la pared y no sobre el piso, por eso hago planchas de codo en lugar de con el brazo extendido … ¿y ahora estoy jodiendo mis manos de la misma manera para salvar mi pie? No, no y no.

Esa noche apenas pude manejar tenedor y cuchillo para cenar mi ensalada; escribir me dolía y salió todo chueco.  Me di cuenta de que urgía encontrar una silla de ruedas.  Y es que se me pasó por completo el estrés sobre mis manos que implica la andadera. AJ vino y me contó de unas patinetas que personas en mi situación pueden usar.  Lo buscamos en Internet. Los hay, en EU: se llaman scooters (pronúnciese scúters).  Cuestan entre 250 y 350 dólares.  No hay tiempo para batallar con Aduana y todo el rollo: yo estoy en una situación emergente, moverme con esa andadera ha vuelto una tortura incluso para tan solo cinco pasos. 

La mañana del jueves entro de nuevo en Internet para indagar la solución.  Resulta que el maravilloso dispositivo made in USA no está disponible en México.  Sí que hay “escúteres” –con todo y el nombre debidamente hispanizado—y los precios empiezan en 22 MIL pesos mexicanos.  NOP.  

De vuelta a Plan “A”: silla de ruedas.  Los hay, en León, yo tengo el poco de extra para pagarla, el bendito de Ramiro se lanza a comprarla.  Tipo 19h lo tengo y de inmediato empiezo a ensayar como conducirlo.  Una muy querida amiga me había preparado comida deliciosa y nutritiva –un par de guisados y arroz—  Gaby fue por ella y mientras Ramiro va a León como un poco. Mis manos empiezan a dolerse menos.

El viernes mientras escribo esto siento que por fin hemos agarrado un ritmo que funciona. Feliz, feliz, FELIZ.  

¡¡Me divierto como enanaaaaaa, haciendo sólo los brazos aquí en mi silla!!
http://www.popsugar.com/fitness/10-Minute-Dance-Workout-Tone-Legs-34985157?utm_source=fitness_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=fitness_newsletter_v5_04242015&em_recid=148529050&utm_content=placement_6_desc


Resumo, ahora el sábado: desde la tarde del martes, todo esto ha sido un aprendizaje tipo inmersión de ingenuidad, de equilibrio, de manejo corporal tanto físico como mental, sobre todo de paciencia.  El acto de entrar en la regadera para bañarme -- antes algo simple y rápido—ahora es toda una coreografía que requiere de cuidadosa consideración de pasos, distribución de peso, ritmo. 

¡Qué dicha que puedo vivir en la planta media de esta maravillosa casa, sin ni un solo desnivel y donde se encuentra todo lo necesario: piano, cama, cocina, jardín de hierbas de olor.  Me siento dichosísima de saber lo poco que sé de danza y de acondicionamiento físico porque esto me ayuda mucho con el equilibrio y con el aislamiento de ciertos músculos, algo así como al piano, la verdad. 

Cervantes, el piano, el Tobillo y la silla:



English:

So this is how it happened …  Tuesday 21 at 7:30am I arrive at the clinic --like a small hospital—where the surgeon will do the operation, pick up the results of the blood work they’d done the day before (everything completely fine, by the way) and go to check in.  This is really the first time in my life I’ve done anything like this, so my frame of mind is more curiosity than apprehension.

In a few minutes they take me to my room and little by little they start the pre-op.  I undress and put on the happy yellow robe they give me, a very pleasant nurse arrives and … takes off the polish on my toes!! Jiminy, nobody told me about this part.  Why?, I ask her, and really the only response is –with a polite shrug of the shoulders—it’s not allowed.  A couple of minutes later she tells me that I also can’t wear my magical Monarca earrings into the operating room (OR).  Agghh, I say, but they’re my amulets!

Those earrings were given to me by a very dear friend here in Mexico, in the darkest days of the Monarca project.  They gave me courage and “lift” as the airplane people say.  I wore them for the last recording session of each Monarca disk and they have been in my ears for countless concerts in which I played Monarca music. They are of enamelled copper, from the state of Oaxaca (wa-HA-ca) which is where Jesusa Palancares (the muse of Gabriela Ortiz’ amazing Monarca piece) is from.  So they are indeed magical for me.

I can understand the earrings because who knows what yucky microbes they might bring into the OR … but the toenail polish??!!  It’s when things like this happen that I realize how many questions I ask.  I suppose it’s quite bothersome: always wanting to know the reasons behind the rules.  What a pain we are, we questioning women!

The nice nurse takes a lot of time and trouble to find a good vein in my left arm in which to put the drip.  The surgeon stops by a couple of times, with papers to sign.  Then the anesthesiologist stops by to describe his part of the show.  I insisted, actually, because I like to know what’s going on: that same bothersome phenomenon. He seems a man of few words –perhaps rather shy?—but very pleasant. 

And then finally it is time, they wheel me down to the OR.  It’s a surprisingly small space, very cozy and intimate, with warm light.  They change me over to the narrow bed in which they’ll do the surgery, the surgeon comments something about the new lights, he and the anaesthesiologist inform me that they’ve decided to use a local anaesthetic - instead of the epidural previously specified-- and a sedative.  I get plugged in to various tubes with various liquids.  A little bit of talk; in the final pre-flight checklist the penny drops about the Monarca earrings (which I sneakily never took off) and they ask me to take them off … but say they can stay inside the OR, as they understand that for me these earrings are magical (VIVA MÉXICO!!!).  They unplug my right hand so I can take off the earrings –both pairs, a good thing I didn’t put in the third and smallest ones!!--; the assistant unhooks my little silver  neck-chain.  They plug me back in again.

I don’t know what sedative they gave me  … but just when I’m about to ask when we’d begin … I am awaking from the most delicious sleep of my life, and they are telling me that it’s done, everything is fine, hola señora, now we’ll take you to your room. I tell the two docs that they are definitely la neta del planeta (sort of like the A Team) and am wheeled away.

It is now that I finally see the Famous Robert Jones bandage ON MY OWN FOOT!!!  Impressive: it is HUGE.

The Famous Robert Jones Bandage. This doctor was an AMAZING man  (http://www.boneandjoint.org.uk/highwire/filestream/13508/field_highwire_article_pdf/0/776.full.pdf&sa=U&ei=U0VhU9ySDIXEsgaLk4Aw&ved=0CE0QFjAJ&usg=AFQjCNGOD1e8A0nuCoeFM0S9M2Utyz1KXw )


Once I am in my room, Ramiro Gutiérrez and Gabriela Fragoso come.  They are most of my support team for this surgery-day.  Ramiro is one of my oldest friends here in Guanajuato, who over the years has helped me with countless things, today with transport and logistics.  Gabriela is my current production assistant, very attentive and lots of spark. 

OK, not the most flattering “selfie” in the world but jiminy, I was SOOOO sleepy!!



The Robert Jones bandaged Ana Cervantes Ankle with Gabriela Fragoso:

OK, now I remembered to put my magical Monarca earrings back on: 


In a while the surgeon and anaesthesiogist stop by, the surgeon to reiterate once again the absolute necessity of Total Rest for that foot during the next four weeks. I reassure him that I am totally psyched for Total Rest.  I’m going to sleep for a little while now, I say; and they all leave; and I sleep again, a delicious couple of hours.

THE DREADED DESCENT … AND THE NIGHT

After some of those seemingly inevitable administrative stupidities, we arrive home.  Since all of this came together on Saturday I’ve been worried about how the hell I would get home.  It’s important to understand that to get to this house you have to walk: either you walk up or you walk down, but walk you must.  So we arrive up top, at the entrance to my acceso.  Ramiro had the idea that I could somehow support myself on him and hop down or something.  But I just can’t:  can’t even visualize it.  I decide I’ll go down sitting on my rear, one step at a time: the closer I am to the ground the safer I feel!  Right at this moment appears David Chávez, the genius architect of this house.  After thinking over the situation and chatting for a minute or two, he and Ramiro decide they’ll carry me making a kind of chair with two of their arms, and me stabilizing myself with an arm on each of their shoulders.  It’s an emergency rescue technique used with people who can’t walk: I’ve read about it.  Ramiro explains later that in some previous life he’d taken a rescue course and that was where he learned how to do that.  The man is a bottomless well of curiosity and desire to learn and thus is a mine of information: just amazing.

So I arrived like a queen – with my heart in my mouth but like a queen!

I arrived home STARVING because I hadn't eaten anything since 10PM the previous night ... so here are the Ankle and I, heating up Colombian Picadillo and whole rice!


As is normal in such situations –at least for me— in reality I didn’t understand how exhausted I was.  There were innumerable details to resolve, or so it seemed to me.  I quickly learned how to hop about on the walker and was soon hopping everywhere. 

OK, I may not be quite ready for Zumba with Karla in Estudio Kinesis ... but at least I'm home!!


It is clear to me now that the measure of my anxiety about being immobilized was my level of physical activity that afternoon and evening.

A moment arrived, around 11PM, when I realized that I was running on fumes, that if I didn’t get horizontal I would fall over.  I went to bed and slept until 10 the following morning.

And then …
Wednesday afternoon I go to the piano and start to play Beethoven and almost immediately I realize that something is very, very wrong.  My hands hurt and they’re not doing what they should.  The penny drops: it’s the walker.  Basically, when you move around with this ingenious device something like 90% of your body’s weight is falling on your hands and wrists with every hop you take.  It’s a brutal repeated stress.  This of course is why I do wall push-ups instead of floor ones, elbow-planks instead of extended-arm ones (well, they’re also more work!) … and now here I am screwing up my hands and wrists in the same way, in order to save my foot?? No, no, no.

That night I can barely manage knife and fork to eat my salad; writing hurts and it comes out all crooked.  I realize that I urgently need to find a wheelchair.  I just totally failed to anticipate the stress the walker would put on wrists and hands.  AJ comes over and talks about these scooters that they make for people in my situation: we go on line and look at them and they seem wonderful.  They’re in the US and cost between $250 and $250 USD. But there’s no time to battle with Aduana and the whole thing: I’m in a fix which urgently needs to be resolved, using that walker has become a torture even for just five steps.

Thursday, the next morning, I get online again to find a solution.  It turns out that the wonderful device Made In USA is not available here in Mexico.  There are indeed scooters … and the prices BEGIN at 22,000 Mexican pesos, about 2000 US greenbacks. NOPE.

Back to Plan “A”: the wheelchair.  There are various places which have them in León (about an hour away), and praise be, I have the little bit of extra –ca. US$450-- to buy one; wonderful Ramiro takes off for León to purchase it and bring it here.  By 7pm I have it and immediately start to practice “driving” it.   A very dear friend who’s an excellent cook had made some food for me: rice and two dishes –Gaby went to pick this up and while Ramiro was going to pick up the wheelchair  I eat a little bit.  My hands are starting to hurt less.

Friday, as I write this, I begin to feel that at last we’ve found a rhythm that works.  Happy, happy, HAPPY. 

Friday I had SOOOOO much fun, here in my chair doing just the arms!!!
http://www.popsugar.com/fitness/10-Minute-Dance-Workout-Tone-Legs-34985157?utm_source=fitness_newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=fitness_newsletter_v5_04242015&em_recid=148529050&utm_content=placement_6_desc

To sum up, now on Saturday: beginning on Tuesday afternoon, all this has been an immersion-level lesson in balance, ingenuity, management of my body both physical and mental; and more than anything, in patience.  Getting into the shower –before something simple and quick— is now a whole choreography which demands careful contemplation of steps, weight-distribution, rhythm.  Every day I’ve realized how fortunate I am to be able to live in the middle level of this wonderful house, where there’s not one single stair and where I have everything necessary: piano, bed, kitchen, herb-garden.  I feel enormously lucky to know the little I do about dance and physical conditioning because that helps me so much with balance and with isolating certain muscles when that’s necessary … rather like the piano, really.

Cervantes, the piano, the Ankle, and the chair:





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