martes, 30 de julio de 2013

GRABANDO MONARCA_JULIO 2013: EL SEGUNDO DISCO

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Es tenebrosa, es misteriosa; es llena de furia y llena de luz.  Hay momentos como canto de pájaros --¿una memoria de su niñez? no puedo de menos recordar la lírica descripción que hace Mónica Lavín de la biblioteca del abuelo—; hay momentos de ternura. Así señalados en la partitura: con ternura.  Drama, movimiento.  Inquietud.  Yo  que siempre busco una historia, siento que esta desasosiego es su curiosidad inquieta, su mente en una búsqueda inacabable.  Hablo de la mente de Sor Juana.  Ella es la musa de Primero Sueño, la pieza de Pilar Jurado y la primera pieza en este segundo disco de Monarca.
Durante todo ese tiempo de aprender y preparar y memorizar esta obra de Jurado, desde mediados del 2010 (¡caramba!), cada cuando pensaba en lo operística que es: pensaba en personajes físicos y metafóricos, pensaba en lo que esto implicaba para la música. Anotaba mi partitura en términos de la organización de una ópera: Obertura, Acto I, Acto II, etc.  En algún momento en mayo del 2013, garabateé sobre mi partitura, “Será que esta pieza entera es la Obertura a una ópera que todavía no se escribe?”
Yo creo que sí.  Yo creo que es por eso que funciona tan perfectamente como la primera pieza de este segundo disco de Monarca. Sí que es una Obertura: de alguna manera –y sin la menor intención de hacer esto- prefigura casi todas las demás obras en el álbum.
Le sigue Lágrimas y Locuras: Mapping the Mind of a Madwoman de Wallach.  La pieza corre y tambalea, despotricando y tropezando a la mera orilla del desastre.  Me di cuenta que tengo que estar dispuesta a hacer eso cuando la toco, tambalear a orillas del precipicio: de nada sirve tocar con cuidado aquí, cuando lo hago vamos de inmediato a Dormilandia.
La compositora hace mucho hincapié en que de ninguna manera se propone contar la historia de La llorona,  más bien busca retratar el paisaje emocional de esta mujer “en guerra con su propio pasado” quien divaga interminablemente al borde de todos los ríos de México, buscando sus hijos perdidos y ahogados.   
Poca luz aquí, pese a la brilliantez pianística de la pieza, pese al bello y conocido tema.   La memoria de una felicidad, o de su ilusión.  Furia, de veras; y la soledad con que va tomada de la mano.
Esa furia encuentra su eco en ciertos momentos de la pieza de McNeff An Evening with doña Eduviges: a Fantasy / Una velada con doña Eduviges: una fantasía. Esta mujer es mil veces más compleja que Susana San Juan, a quien McNeff retrató para Rumor de Páramo en su hermosa Pavana (a la usanza antigua) para doña Susanita.  Es capaz de rabia –y de hecho hay momentos de una loca brutalidad, furia aquí también, casi fuera de control.  Al mismo tiempo, me supongo que como cualquier ser humano, añora la calidez del sol, el cariño, la belleza.  Está perfectamente dispuesta a aceptar imitaciones: esa hermosísima melodía en que Stephen pone la indicación “cheaply” (baratamente) … oh Cervantes, ahora sí tienes que ser una intérprete de a de veras … Así que decidí que la primera vez lo tocaría casi a la Liberace, muy amanerado y exagerado, como perfume barato.  Pero la segunda vez, cuando vuelve casi al final -- ahora es cuando vislumbramos –sólo un par de momentos- su verdadero corazón, ahora sin pretensiones, completamente abierto.  Un par de momentos que te hacen llorar por todo que se ha echado a perder y por todo que se ha denegado, por todas las personas en todo el mundo.
Y entonces SÍ: el limpia-paladar. La pieza de Georgina Derbez cuya musa es, confieso con la debida modestia pero con gran honor, vuestra servilleta Ana Cervantes.  Directa y urgente como una flecha, nos llama al cielo.  Barre la rabia, barre las memorias de brutalidad y del silencio, de pérdidas y mentiras. 
Lavista … ¿qué digo?  Mujer pintando en un cuarto azul reluce, torna lentamente en la luz y –como toda la música de Lavista—  ineludiblemente atrae el oído y la imaginación adentro de su mundo. 
Siento que esta pieza es mucho más compleja, en términos de affekt, que Páramos de Rulfo , la obra que compuso para Rumor de Páramo.  Su musa es Joy Laville, la pintora británica que lleva décadas de vivir en México y quien es la viuda del gran escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia. 
Mujer pintando … , para mí, tiene una suerte de opulencia bizantina. Digo bizantina no en el sentido de complejidad innecesaria sino en el sentido de una riqueza tomada de varios mundos: occidente y oriente, por ejemplo. Tiene momentos en que, a mi oído, se torna francamente voluptuosa, y hay momentos en que tiene toda la determinación y el atrevimiento de una de esas intrépidas inglesas decimonónicas que, disfrazadas de hombres y arriesgando la muerte, penetraron hasta la sagrada ciudad de Meca.
Debo mencionar –aunque sea brevemente- que esta pieza llegó a mis manos el 20 de junio del 2013, cuando yo estaba a tres días del final de esa gira en mi estado de Guanajuato.  Llevo varios años diciendo que el proceso creativo no es como ir a la tienda de la esquina por un litro de leche.  Esta vez mi convicción fue probada hasta el límite. Tenía muy poco tiempo y menos energía creativa y mental para adentrarme en el nuevo mundo que representa aprender cualquier obra de Mario Lavista. 
Lo dejé abierto.  Varias personas me dijeron que tenía todo el derecho de no grabarla.  El propio compositor lo dejó abierto.  Pero ¡CARAMBA!  Estamos hablando de Mario Lavista, uno de nuestros grandes luminarias, quien me ha hecho el gran honor de componer no sólo una sino DOS piezas para mis dos proyectos de encargo.  ¿¡Cómo que no iba a encontrar la manera de grabar esta pieza?!
Difícil creer que hicimos tanto en poco más que una semana.  Pero sí que lo hicimos.
Varias personas me dijeron, ¡Pero es tan poco tiempo!  Me supongo que sí … pero pensándolo, creo que es importantísimo recordar tres cosas.  Primero: yo llegué lista para grabar.  Difícil precisarlo; pero tenía la muy clara sensación que llegué lista para grabar no sólo música y técnicamente sino también emocional y espiritualmente.  Ojalá y no suene muy a pirámides y cristales; pero así fue.
Segundo, yo y mi ingeniero de audio Roberto de Eías –más 2º Ingeniero Kenji Calderón- nos entendemos muy bien y tenemos lo que solamente puedo describir como una espléndida relación de trabajo.  Yo tengo una confianza absoluta en sus oídos y en su habilidad técnica.
Tercero y final, el tener un magnífico instrumento de concierto en que grabar – y además un magnífico técnico de piano disponible para retocar la afinación y entonar martinetes.  Tanto en enero como en julio me sentía completamente –¡extraordinariamente!—apoyada en lo que se refiere al piano.  ¡GRACIAS MAESTRO ALEJANDRO CUBILLO, GRACIAS YAMAHA DE MÉXICO!
Quisiera mencionar de nuevo algo que dije aquí en enero: este trabajo de entonación de martinetes es algo para le cual nunca se encontrará un sustituto mecánico, NUNCA.  Es una labor en conjunto entre pianista y técnico: un milagro de oído, tacto e intensa concentración por parte de ambos.
El lunes 8, como saben, llegó el fenomenal Yamaha C7.  Martes, miércoles y jueves, grabamos, una por una, cada una de las siete obras de este segundo disco, empezando con Wallach y terminando con Ortiz. 














Excepto Lavista …
El jueves, junto con mi maravilloso equipo de ingenieros, tomé dos decisiones:
Primero, que el viernes y sábado Kenji y yo haríamos todas las ediciones para las piezas que habíamos grabado hasta la fecha; y segundo, que el lunes 15 yo vendría al estudio a ensayar la obra de Lavista.  Si tuviera energías después del trabajo el sábado, me quedaría a estudiar un rato; si no, estudiaría fuera del piano el domingo.  Quisiera enormemente que todos tuviéramos el domingo para descansar oído, mente, alma y concentración.
Y así fue.  El sábado después de comer terminamos todas las ediciones.  Y por supuesto y para sorpresa de nadie, no me quedó ni un ápice de energía para estudiar.  Habría sido un insulto a esa pieza.  Como de costumbre Kenji me dio aventón a Metro Coyoacán; y el domingo todos descansábamos como yo deseaba.  Preparé un lomo de puerco cocido en jugo de naranja y vino blanco con ajo; y terminado al último momento con gajos de mango apenas cocido.  Ñam, ñam, ñam: B*** y yo lo disfrutamos con papas de cambray  y una ensalada y un Sauvignon Blanc argentino bien fino.  Después del café pasé un rato viendo Lavista. Todo mi ser quiso simplemente ver y pensar, escuchar dentro de mí, contemplar gestos y sonidos y ritmos; hacer un mapa de arquitectura y affekt.
El lunes fui al estudio y ensayé con el C7.  Hermoso, unas horas sin prisa ninguna, adentrándome en la pieza. Fui a comer al Sushi Itto en MA de Quevedo y escribí en mi cuadernito,
¡Qué placer estudiar, de veras estudiar, de la manera en que uno estudia a la hora de entrar en una nueva pieza!  Hoy es como haber descansado días enteros en lugar de sólo ayer.  Siento que estoy viendo y escuchando  toneladas de cosas y me estoy enamorando con esta pieza perdidamente.
Así que el martes lo hicimos: grabamos Mujer pintando en cuarto azul de Mario Lavista.  No es lo que será en unos seis meses y no es perfecto (en caso de que esto le valiera a alguien).  Mas creo que procuré comunicar –con la ayuda de ese fabuloso Yamaha C7— su opulencia: el brillo de los agudos, el terciopelo de los graves; gran parte de las cualidades sonoras y rítmicas y de los gestos que quisiera hacer realidad. Y creo que hice un trabajo respetable de la arquitectura. ¡Muchos espacios en esa pieza!




Y volví a grabar Uribe.  Fue como mi postre después del largo y delicioso banquete de la grabación.
Aquellos de ustedes que seguían este blog en enero recordarán cuán segura estuve acerca del orden de las piezas … bueno, por esto a menudo necesitamos tomar un tiempecito para escuchar y reflexionar, sentir y volver a escuchar y reflexionar más.  Fue así que en algún momento a finales de marzo, después de escuchar el pre-máster varias veces a solas y con varias personas cuyo oído respeto mucho, decidí que ese primer disco Monarca debe comenzar con El viaje nocturno de Quetzalpapálotl de Horacio Uribe.
Estoy escuchando el master del Disco 2 mientras escribo y me doy cuenta: después de esa pieza de Derbez tan directa como una flecha, ya no hay más dolor escondido y callado, ya no hay más furia.  ¿Cómo es que todo eso queda atrás?  No sé, pero así es.
Ahora lo único que queda es paciencia,  éxtasis, energía y regocijo.
Anne LeBaron de EU elegió a Remedios Varo como musa y en particular, su cuadro Creación de las Aves, que es el título de su obra Monarca.  Para mí esta pieza lo dice todo respecto a la tensión esencial entre el momento rapsódico de imaginación e ideación; y la disciplina y paciencia necesarias para hacer real a esa idea. En su nota sobre la pieza, LeBaron dice, El origen de la vida se transforma así, metafóricamente en un milagro de sangre caliente, un sonido que emprende el vuelo.”  [Traducción: Lirio Garduño-Buono]
Esta pieza –al menos para mí- también tiene momentos de una voluptuosidad que te hace mover la cadera; además de humor.  ¡Estoy segurísima que hay dos compases que se refieren específicamente a la creación del Pelicano!
Y terminamos con el Preludio y Estudio No 3 Jesusa Palancares, de Gabriela Ortiz. El Preludio es la bruma al amanecer en el Istmo de Tehuantepec, moteada con unos delicados destellos de luz; el Estudio es la energía indomable de esta mujer.  Sí que es, en momentos, coqueto o juguetón, hay momentos de fragilidad y también sensualidad; pero más que nada la pieza es fogosa, volcánica, triunfante.
Es así que terminamos, después de tanta paciencia: con éxtasis y energía. ¡Triunfante! 

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